Indudablemente nos encontramos en un mundo cada día más competitivo, en el cual todas las empresas cuentan con herramientas tecnológicas que les ayudan a optimizar y mejorar sus procesos tanto administrativos como productivos. Dentro de estas herramientas podemos encontrar el Benchmarking, el cual es un método que se puede aplicar en todas las industrias, en todas las empresas sin importar su tamaño o su estructura administrativa. Esta herramienta nos permite comparar características de nuestro producto y/o servicio, procesos de producción, formas de trabajar y demás actividades complementarias que hagan parte de los procesos de la empresa; esto con el fin último de no solo igualar la calidad del competidor sino llegar a superarlo con creces.
Dentro del Benchmarketing se establece como prioridad un parámetro de comparación entre los procesos de la empresa en la que estemos interesados en mejorar ante el líder del sector o segmento, con esto se busca determinar los aspectos que no son iguales para obtener lo que el autor denomina “la brecha del desempeño actual”[1].
Por otro lado empresarios y administradores más osados que han ido mas allá de los modelos de gestión convencionales “se han enfrentado a la inercia organizacional y han encontrado excelentes ventajas comparativas y meritorio reconocimiento en la determinación de contrastes y diferenciaciones con los de su sector, no en la copia o en la asimilación de lo que hacen otros”[2]. Gracias a lo anterior y a la cristalización de ideas innovadoras que explotan al máximo áreas tecnológicas y nuevos procedimientos, nace el Benchbraking.
Ya que la labor administrativa no puede concebirse como una manera única de hacer las cosas, podemos decir que dentro de las herramientas que nos ayudan a diferenciarnos de la competencia y de los parámetros conocidos es el Benchbreaking. Podemos decir que el Benchbreaking es como el pincel dentro de una pintura, que sin el se podría realizar pero con su utilización todo es mejor.
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